RECUERDOS SOBRE JULIO HUASI







    Julio Huasi nace en Buenos Aires el 20 de marzo de 1935 y se suicida en esa misma capital el 10 de marzo de 1987, diez días antes de que se cumplieran sus 52 años. En el año 1959, en ediciones "La Rosa Blindada" publica "Sonata popular en Buenos Aires". En 1960, "Tanguerías". En 1965, "Los increíbles". En 1971, "Sangral América" y "Bandoleón" (Premio Casa de las Américas en La Habana - Cuba) Finalmente en 1985 edita en Buenos Aires "Asesinaciones", "Matria Mía Azul" y "Comparancias", con ilustraciones de Ricardo Carpani y editada por "Hernández Editor".

    RECUERDOS SOBRE JULIO HUASI
    Mario García


    En el año augural de 1959, cuando la esperanza comenzó a transitar por América Latina impulsada por el triunfo de la Revolución Cubana, Fidel y sus barbudos habían entrado en La Habana, derrotando para siempre la sangrienta dictadura de Batista y al imperialismo yanqui que la prohijaba, conocí a Julio Huasi. En los diarios de la época un pequeño anuncio alertaba sobre la presentación de un joven poeta argentino en la sala de El Galpón en la calle Mercedes. Fui una noche a una representación y ante mi asombro descubrí a un poeta juglar.

    Con un gran salto desde bambalinas se colocó en medio del escenario, su cara maquillada de blanco le daba un aspecto mezcla de Chaplin y Marcel Marceau. Con voz firme expresó: "Yo soy Julio Huasi, el poeta del amor". Luego, con facilidad y de memoria fue diciendo en forma perfecta, acompañando con gestos, movimientos de manos y cuerpo, los poemas de "Sonata popular en Buenos Aires". Yo quiero a una muchacha que se llame Beba, los violines, el verde trapecio del moco, el vino bebido en la mesa de los bodegones, con un sonar de sirenas un fin de año en que solo el cielo se iluminaba de bengalas y cohetes; un inmenso dolor transmitía su actuación.

    Quise hablar con él, saludarlo y me acerqué a los camerinos. Estaba rodeado de Sara Larocca, Atahualpa del Cioppo y otros actores, despojándose del maquillaje. Me presenté y de inmediato nació una fluida simpatía entre ambos. No tenía donde pasar la noche y me ofrecí para que viniera a mi casa. Íbamos a compartir la miseria, a repartir la sopa.

    A la mañana siguiente se estaciona un taxi frente a mi casa de Tomás Villalba y Julio con un gran baúl llegó con su carga de sueños e ilusiones, pues su equipaje consistía en una muda de ropa, un par de alpargatas, un pantalón viejo, una camisa y libros. El Baúl lleno de Sonata Popular en Buenos Aires y discos de su tango San Pedro y San Pablo, grabado por Aníbal Troilo y cantado por el Polaco Goyeneche.

    Así entró en aquella inolvidable casa del Prado de la cual me dijo: "Mario, vivís en una casa de tango". Y así era en verdad, cuatro piezas de cuatro por cuatro corridas con techo de cinc, pisos de madera y de baldosa roja, una inmensa higuera en el fondo, un naranjo que se llenaba de azahares penetrando su perfume por las puertas, un patio con parra y malvones, una verja de hiero y un portón con un farol en la puerta.

    Haydee y mis tres hijos, (esperábamos en el cuarto), comenzaron a quererlo, pues no cesaba de hablar de poesía, de Cuba... Era un niño más entre mis hijos inventando cuentos y juegos para ellos. El primer desayuno, pues no habíamos puesto el azucarero en la mesa, lo tomó con sal: lo mandé a la cocina a buscar el azúcar y se equivocó poniendo en el café con leche, sal. A los días nos lo dijo y las risas que nos causó el suceso nos acompañó durante toda su permanencia.

    Muchas horas pasamos bajo la parra. Era verano y en la mesa de mi casa escribió su poema que luego apareciera en Yankerías: "Si vienen los yanquis del todo, guay del Uruguay/ habrá picada y confinamiento". Premonitorias palabras que luego tuvieron confirmación durante la dictadura fascista que soportamos, resistimos y vencimos. Le asombraba que en el comedor de mi casa un retrato de Lenin y de Camilo Cienfuegos, por esos días desaparecido en el mar, nos acompañaran. No podía creer que eso pudiera suceder.

    Argentina ya conocía en ese entonces la persecución y la muerte. Él había sufrido cárcel junto al maestro Osvaldo Pugliese. Nunca me dijo si fue torturado, de su prisión no hablaba, sólo una vez me explicó que el maestro Pugliese le pedía que escribiera letras de tango, entonces le contestó: "Mire, maestro, voy a escribir una letra que denuncie las ratas y las cucarachas que se pasean por la noche en la pieza de pensión donde vivo, el olor a mugre y estaré diciendo la miseria de todos los Argentinos.

    En Uruguay todavía teníamos un margen de libertad que nos permitía actuar de cara descubierta. ¡Y que alegría le causaba este hecho! : no cesaba de remarcarlo diciendo que debíamos cuidar esa libertad, que teníamos un tesoro.

    Mi madre Filomena, a quién él decía abuelita, vivía con nosotros y llegó a quererlo como a un hijo más. Pasamos la Navidad y el 1° de Enero de 1960 todos juntos. El cordero asado a las brasas, el vino, el pan dulce compartido, aquellas inolvidables noches aún están en mí, me acompañan.

    Paseamos por la ciudad, le hice conocer la Isla de Flores, el Medio Mundo, la ciudad vieja y su mercado del puerto, muchas cosas que la dictadura nos robó. Juntos escuchábamos por la mañana, tomando mate, a Gardel, con unción casi religiosa. La noche era de él. Se iba al atardecer para hacer boliche. Así conoció a Alfredo Zitarrosa, Salvador Piug, Amanecer Dotta y a su padre Arístides, un poeta obrero zapatero, a Mauricio Rosencof, a muchos mas, de los cuales y durante el día me transmitía sus impresiones, sus experiencias, los admiraba, les llamaba mis hermanos y esperaba de ellos éxitos y triunfos. Nunca descubrí en Julio un sentimiento mezquino o egoísta. Se daba entero en la amistad que nacía entre grapa con jerezano, poesía y canto. Le gustaba cantar "El bulín de la calle Ayacucho" y lo hacía bien.

    El 21 de Enero de 1960, Haydee siente los dolores previos al parto. Esa noche Montevideo estaba conmovido por un paro general y cuando yo utilizando un auto que estaba al servicio de los trabajadores que vigilaban para que nadie entrara en una fábrica cercana, iba a buscar a la partera, Julio venía en ese momento preguntándome que sucedía. Le expliqué brevemente y me dijo: "voy a ayudar a la abuela a calentar agua". Cuando llegué estaba en la cocina con mi madre en medio de ollas y cacerolas, un primus, un brasero rojo de fuego.

    El parto fue difícil pues el niño venía de cara, pero cuando escuchamos el llanto del recién nacido, el mundo se llenó de luz. Pasamos al dormitorio y allí Julio se arrodilló en el suelo y mirando al niño rodeado por toda la familia me decía: "que misterio, que misterio, Mario, es la primera vez que veo la vida".

    Al otro día, amanecimos todos junto a la cama. Se comenzó a pensar que nombre le íbamos a poner al niño. Se barajó Fidel, Camilo, Raúl, Ernesto, como homenaje a los líderes de la Revolución Cubana. Ana María, mi hija, eligió Raúl y Julio expresó: "está bien, tendrá el nombre de un poeta" , por Raúl González Tuñón, y el de un héroe. Así, con una oración de mi madre, fue bautizado mi cuarto hijo.

    Tres meses estuvo Julio en mi casa. Al despedirse, con lágrimas en los ojos, nos agradeció la solidaridad que le brindamos. La vida, que no espera, nos separó. Volvió cuando se estaba efectuando en Punta del Este la conferencia que condenó a Cuba, ya como cronista. Entró a casa con un ramito de violetas y el libro Yanquerías, dedicado a mi familia. Estuvo pocas horas pues debía viajar para cubrir la información.

    Luego pasaron años en que no supimos nada de él. La situación de América Latina se agravaba rápidamente. El imperialismo yanqui se jugaba la carta de las dictaduras militares fascistas para frenar el avance de los pueblos. En 1964, golpe en el Brasil. El 27 de junio de 1973, golpe cívico-militar en Uruguay. El 11 de setiembre del mismo año cae el gobierno de Allende asesinado. En el 76 Argentina comenzaba a conocer el horror de treinta mil desaparecidos, los muertos queridos que están a mi lado, que me acompañan, todos los muertos nos daban fuerza, nos ayudaban, todos.

    En el 80 debo viajar a México. Allí leo en un suplemento literario un gran poema de Julio para las Madres de Plaza de Mayo. ¡Julio estaba vivo!. Pero ¿cómo encontrarlo?

    Ya instaurada la democracia en nuestro país, conquistada con la lucha de todo el pueblo, en el año 1985, Julio Calcagno recibe desde Buenos Aires una carta de Huasi. En ella nos notificaba de la aparición de su libro "Matria Mía Azul, Comparancias, Asesinaciones". Deseaba conocer a Julio Calcagno de quien sabía que recitaba sus poemas desde hacía veinte años, que los había recitado en el Teatro Solís y abrazar al poeta Francisco Lussich a quien había conocido en Chile a través de la poesía, a Haydee, a mi madre, a mis hijos ya casados, a mis nietos, a mí.

    Su proyecto era actuar en El Galpón para testimoniarle un homenaje al maestro del teatro, don Atahualpa del Cioppo. En el mes de Julio de ese año, muere mi madre. En una carta es lo notifico y me contesta: Yo no conocí a mis abuelos. Abuelita Filo es mi llanto y mi dolor"

    En Octubre del 85 lo vamos a esperar al puerto, en una hermosa mañana primaveral, Pancho Lussich, su compañera Brenda, Haydee y yo. Había cambiado. La vida es un proceso sin vueltas. Tenía en su madurez una precoz calvicie que disimulaba con un peinado especial. Nos dijo: "hermanos: se me están cayendo los piolines". Otra vez fue a casa con una valija llena de libros y poca ropa. En la puerta, se encontró con Julio Calcagno en un abrazo que le hacía decir: "todavía nos estamos destrenzando las costillas".

    Organizamos en el Teatro Circular un recital en la Sala Uno, totalmente llena. Asombró a la noche con vivencias, historia Latinoamericana, nos trajo la frescura de la Revolución Nicaragüense y sus comandantes poetas, de su poesía dicha con un don de comunicación que llegaba al corazón. Numa Moraes cantó un poema de Julio escrito para el General Líber Seregni. Calcagno dijo sus primeros poemas, los de Sonata, acompañado por el bandoneón de Adolfo Torres. Inolvidable noche en que desfilaron los recuerdos de Pompeya, barrio de tango, de su padre que había comprado un caballo y lo tenía en el patio de su casa como a un perro, de mi madre y su rosario de madera.

    Una noche fuimos a una charla con el Grupo Uno y ya de madrugada, mientras tomábamos mate, le leí algunos poemas míos y me dijo: "cuando vos decís que los violines se descuelgan de las paredes, ahí está la poesía".

    Con mi hijo Sergio caminó toda una noche por la ciudad y para que Nora, mi nuera no le tirara la bronca, como decía él. Compró un kilo de pan y bizcochos. Factura, decía, para mis nietos, un engañito para eso, para que no tire la bronca tu mujer, le dijo. En esos días me explicaba: "yo soy pobre, vos sos pobre, todos los pobres deben unirse para acabar la pobreza". Se fue en aquel octubre luminoso del 85. Despidiéndolo en la Plaza Libertad, yo no sabía que era la última vez que lo vería.

    El 12 de enero de 1987 recibimos una carta terrible. Nos escribía que estaba enfermo, que se ahogaba en una cucharita de te, que le rezáramos al diosito de los pobres, que tenía el alma enferma y que aún con el viaje pago, no volvería a Montevideo: no tenía fuerzas. Nosotros estábamos organizando un nuevo recital en el Circular. El 10 de marzo de 1987, durante la mañana estaba yo escuchando la audición de Joventango y pasan el de Julio, San Pedro y san Pablo. Mi pensamiento se llenó de su presencia, de sus vivencias. Por la misma tarde, en Casa de la Cultura, se me acerca el joven poeta Jorge Luis Hernández y me dice: "encontraron a Julio Huasi muerto en su apartamento". En forma instantánea contesté: se mató, se suicidó. Todavía no estaba confirmado, pero lo sentí a flor de piel, lo adiviné. su despedida fue San Pedro y San Pablo, que me había llegado durante la mañana de ese negro día.

    ¡Ah, Julio! ¿Porqué una noche que estábamos escuchando Cafetín de Buenos Aires, poniendo atención en la letra, me dijiste: "lo que no podemos hacer nosotros es entregarnos sin luchar, no podemos hacerlo"?

    ¡Cómo te acosó la vida en un círculo de soledad, angustia, miseria e incomprensión!. ¡Qué desgracia enorme te cegó para no encontrar salida al pozo donde estabas sumergido!. Cuando nació mi hijo Raúl, me dijiste que la vida es un misterio. El alma, Julio, es el gran misterio que a veces no logramos comprender. Permitime hermano que lea uno de tus poemas donde ya nos avisabas sobre tu decisión final.

    Poetumbre


    Te maldigo, poesía

    por tus senos perdí lo mas querido,

    bello rapto mío con la pistola en la sien de los dioses

    te arrastré por la feria, fábricas de angustia, todo el fangal,

    y estabas matadora desnuda o encapuchada de azucenas,

    te ahogaba en gin pero siempre emergías solícita

    y arrebatadora con tus uñas de tigra fatal.

    Kyrie eleison, miserere, arrójanos un cable de luz en el turbión,

    puta mía, que será de nosotros.

    MARIO GARCÍA - Marzo de 1988

    NOTAS:

    1) El 26 de Julio de 1985, en una carta enviada a Pancho Lussich, Huasi se lamentaba que no hubiera llegado hasta mi una carta con motivo del fallecimiento de mi madre y escribe:

    "Fue muy densa e intensa la carta a Mario, tristemente perdida, o no sé que. Ahora sé que no se perderá el abrazo muy, muy hondo, muy pero muy sin fin que le mando. Abuelita Filo es mi abuela, aunque nunca lo exteriorizara, por pudor, pudor de uno que no conoció a ninguno de sus cuatro abuelos, dos de ellos ni siquiera por fotos, aunque vagamente por dibujos de memoria de mi viejo. He llorado pro ella, lloro aún, era tan dulce, tan serena pero profunda y violentamente dulce en su americanidad, su uruguayez. Tomé de su largo mate, bebí de sus ojos hondos y negros tanta historia que se agitaba en sus pupilas, donde vi hasta tacuaras de Artigas, de charrúas anteriores, de áfricas lanceadas. Sé que en tus manos, este abrazo para Mario, su mujer, sus hijos, no se perderá. Descansa en nuestro amor, en nuestra guerra y algún día, en paz, donde abrirá su sonrisa pensativa y cebará mate..."

    2) En 1985 cuando Julio Huasi visita a nuestro país y cuando íbamos hacia mi casa en un taxi, me entrega un poema: "Abuelita Filo", diciéndome: "Mario, este poema es para mi abuela, quiero se lo entregues a Alfredo Zitarrosa para que lo musicalice y lo interprete". Se lo entregué a Alfredo en su casa de la calle Aconcagua. Lo recibió con emoción, reiterando recuerdos de una amistad nacida hacía ya muchos años en noches de grapa y jerezano, de fraternidad no desmentida. Sin embargo, no sé por qué razón Alfredo no cumplió con el deseo de Huasi. Esto afectó mucho a éste, quien en sus cartas siempre me comunicaba su dolor por este olvido, quizás involuntario. Algo que no pudo ser vaya uno a saber por que causa, pero que a Huasi le abrió una herida. En cada carta era una constante esperanza aguardando respuestas favorables... En fin, se fue sin poder escuchar en la voz de Alfredo este poema:

    Tenía abuelita Filo

    un susurro de urunday

    zurcía con dulce hilo

    las roturas de Uruguay

    .......................................me enlutan el tamboril

    .......................................candombe y milonga, sí

    tu pelo angol y charrúa

    lo peinaron mil fatigas

    mojado por las garúas

    desde el éxodo de Artigas

    patriada de lanza y crin

    .......................................candombe y milonga al fin

    la noche es muy oriental

    y ella canta suavecito

    a dúo con un zorzal

    que gorjea al infinito

    ...................................se alumbra con un jazmín

    ...................................candombe y milonga, sí

    tu mate gira en la cruz

    del pobraje de palermo

    planeta de verde luz

    entibiando los inviernos

    ......................................mateando fui tu gurí

    ......................................candombe y milonga fui

    no queda ningún vintén

    abuelita Filomena

    ni fía ya el almacén


    olvidate de la cena

    .....................................ni pan siquiera y pirón

    .....................................candombe y milonga, no

    ventura de los idilios

    se volaban tus pichones

    tortura cuartel y exilio

    desollaron sus razones

    .....................................sangrazo de tiempo ruin

    ......................................candombe y milonga, aquí

    espera abuelita Filo

    calladita sus regresos

    de cárceles y asilos

    con sus crías y sus besos

    .....................................guitarras, díganle sí,

    .....................................candombe y milonga, sí

    la aguja de tus dulzores

    se rompió la cerrazón,

    el tajo delos negrores

    descosió tu corazón

    ......................................bordonas que rompe en mí

    ......................................candombe y milonga

    en andas de tamboriles

    subiremos tu ilusión,

    cielito de mil candiles

    futurado de cielón

    .....................................cielongo libre y feliz

    .....................................candombe y milonga sí

    ..................................................................JULIO
    HUASI


    3) Este trabajo no está concluido. Continúo profundizando en la vida y obra de Huasi y lo daré por terminado cuando sienta que está completamente a mi gusto

    ..............................................................MarioGarcía.